IDENTIDAD DE GÉNERO

Una persona heterosexual es quien, perteneciendo a un sexo definido, tiene atracción sexual hacia el sexo opuesto. Cualquier persona que no tenga deseos sexuales exclusivos hacia el sexo opuesto, posee una orientación sexual diferente (la cual puede incluir al sexo opuesto o no). La homosexualidad (deseos sexuales hacia personas de mí mismo sexo) y la bisexualidad (deseos sexuales hacia ambos sexos), son orientaciones sexuales igual de válidas que la heterosexualidad.

Tener una u otra orientación sexual es solamente un problema si te causa angustia, dolor o dificultad para expresarte y ser tú mismo(a).

Cuando una persona tiene pensamientos invasivos que le molestan sobre una orientación sexual que no sabe si quiere tener, se conoce como disforia de género. Para una persona que sufre disforia de género, es fundamental identificar su orientación sexual, sin encasillar si es de una orientación específica o no. Es importante solicitar ayuda, ya que la terapia contribuye a disminuir la incomodidad que le pueden generan esos pensamientos y poder así expresar sus deseos con libertad, sin pensar que vive una vida paralela en su mente. Una disforia no tratada causa culpabilidad, sentimientos dolorosos, mentiras hacia uno mismo y a quienes lo rodean y una sensación de insatisfacción general por no cumplir, ya sea con las expectativas sociales o con los deseos internos invasivos.

En la mayoría de los casos la identidad de género se forma con la edad, las experiencias y vivencias de la persona, constituyendo una parte de su realidad y personalidad individual. Hay casos de personas que nacen con una variación entre los genitales internos y externos, en otras palabras, sus genes expresan su condición masculina o femenina, pero sus órganos sexuales no lo representan. Es importante entender que la identidad de género constituye un derecho inalienable de cada persona, independiente de su respaldo genético.