Posterior a la Segunda Guerra Mundial y debido a que éste fue uno de los acontecimientos humanos más perniciosos jamás registrados, la Asamblea General de la Organización de las Naciones Unidas elaboró la Declaración Universal de los Derechos Humanos. Con esta evidencia se produjo una influencia mundial que permitió a cada nación la elaboración de pactos, cartas y consentimientos de orden político-humano que mejoraron la calidad de vida de las personas en los términos que hoy son conocidos como fundamentales para la sobrevivencia en la gran comunidad social humana que habita el planeta.
En Chile, el Instituto de Derechos Humanos, como corporación autónoma de derecho público, es creado por la Ley 20.405 que destina a promover y proteger los derechos humanos de todas las personas que viven en Chile. Específicamente en materias de vulneración de derechos a niños, niñas y adolescentes, el ámbito psicojudicial cobra sustancial importancia. En aquel sentido existe un amplio aparato jurídico condicionado por Leyes del Estado de Chile, como la Ley 20.032 que establece un sistema de atención a la niñez y adolescencia a través de la Red de Colaboradores del SENAME y Régimen de Subvención, o como la Ley 19.968 que crea los Tribunales de Familia. En virtud de ello, tanto un profesional calificado, como por ejemplo un abogado(a), que trabaje en un caso investigado por algún Tribunal de Familia de Chile, como también el mismo Tribunal, pueden ordenar algún tipo de proceso diagnóstico y evaluativo a nivel psicosocial que permita identificar la naturaleza de la familia consultante (o de algunos integrantes) y, posiblemente, la construcción de un plan de trabajo que el mismo Órgano también pudiese ordenar. Bajo esta perspectiva el trabajo terapéutico es dictaminado acorde a un diagnóstico preliminar realizado por el terapeuta/especialista.
Todas las familias experimentan múltiples vivencias en sus más íntimas relaciones y hábitos, en el ámbito laboral, en interacciones rutinarias, la crianza, la administración de recursos domésticos, la conexión con la comunidad y los sistemas públicos, la familia extensa, la recreación y las formas de esparcimiento, entre tanto más. Entendiendo esto, algunos grupos familiares no sortean las adversidades o dificultades de maneras sanas y armónicas, produciéndose el origen de este contexto psicosociojudicial. En la experiencia clínica, muchas familias manifiestan diversos fenómenos psicosociales nocivos a la integridad de sus miembros: maltrato psicoemocional, maltrato físico, consumo excesivo y problemático de sustancias tanto lícitas (alcohol, tabaco, fármacos, entre otros) como ilícitas (marihuana, cocaína, pasta base, entre otros), abandonos de distintos tipos, negligencias físicas y emocionales, abusos y explotaciones de variados tipos, entre mucho más. Cabe enfatizar que estos fenómenos los vivencian todo tipo de familias de diferentes estados socioeconómicos y socioculturales, por lo cual no necesariamente se apunta hacia determinados sectores sociales.
Tanto padre como madre, en el instante que escuchan la palabra “evaluación”, se aferran a sus relatos, a sus convicciones, a su propio estado y posición de la realidad vivida. Esta situación no les es cómoda y menos natural, por lo cual intentan adaptarse en lo posible a ésta. En sesión se ha percibido que padres y madres, de distintas maneras y desde diferentes estrategias, filtran lo que exteriorizan y muestran una imagen positiva con la finalidad de obtener ciertas ganancias y conveniencias del proceso mismo. Esto hace presumir igualmente que las rivalidades internas que produjeron el conflicto y la consecutiva denuncia se implantan en el contexto psicosociojudicial en referencia.
Se ha contemplado que varias de las materias relacionadas al fenómeno en cuestión están dirigidas por construcciones y bases culturales, de esquemas de principios y valores, de acciones morales, pero éstas son confundidas y mezcladas erradamente en las situaciones problemáticas. En otros términos y a modo de ejemplo, un padre machista, sin él visualizarse como tal, a fin de lograr un acuerdo o entendimiento sobre algo, agrede físicamente a su pareja mujer en frente de los hijos(as) en común, y años después él sufre porque a su hija la ha maltratado su pareja hombre. Parece ser que los soportes centrales de las experiencias culturales de las personas, sobretodo en términos de principios y moralidad humana, alteran impetuosamente los modos de pensar, sentir y actuar.
Ambos saben que deben abordar la situación del modo que sea. Algunos la evitan, otros la afrontan, pero quienes lo abordan sólo a veces no lo hacen de la mejor forma. La situación de evaluación en un contexto psicosociojudicial es un estrés adicional al que ya han experimentado (y que sería el origen del proceso en el que se encuentran). Por ello es que diversas organizaciones y profesionales ofrecen servicios de apoyo y múltiples herramientas a las familias que lo requieran, y de esta forma presentar, por parte de mediadores, soluciones generadas a partir de la observación objetiva al fenómeno. Las personas finalmente van a hablar del dolor, a verbalizarlo, a codificarlo, a adjudicarle un sentido, lo cual implica una profunda e intensa experiencia transformadora de sus vidas. Nada será igual, y por ello es que resulta imperante hacer un abordaje de calidad.
Artículo escrito por Mavros Georgudis Jiménez, Psicólogo Clínico Centro Avanzar.
Leave a Reply